Memorias Entre Los Hilos

Las Aventuras De Sari: 

Memorias Entre Los Hilos


Siempre he sido de esas personas que relacionan ropa con memorias, sé exactamente qué fue lo que usé en esas ocasiones importantes, esos eventos en la vida que te marcan un poco, el oufit de la primera cita, el conjunto de mis XV años, mi impecable vestido de graduación; es una peculiaridad de mi persona que agradezco, pero que, al mismo tiempo y la mayoría de este, me persigue.

Lo agradezco porque de esta manera muchas veces las alegrías me acompañan y las uso: cada vez que me pongo mi suéter verde favorito, que es hermoso y compré en rebaja hace 4 temporadas, me recuerda a los días de invierno en familia, o cada vez que uso mi playera de Zoé del concierto en 2012 me transporta automáticamente a mi salón de segundo año de secundaria.

Pero como dije antes, en muchas ocasiones las prendas me persiguen e incluso varias veces las he maldecido: recuerdo esa blusa que solo me puse una vez, porque las cosas con ese muchacho no funcionaron, aquella sudadera prestada en un día de frío, que nunca regrese, pero que tampoco planeo que deje mi clóset o aquella blusa que use en un funeral y definitivamente nunca volví a ponerme con el mismo amor.

Es increíble pensar en cómo la ropa carga con tantas cosas, aunque casi nunca nos demos cuenta.

Es Domingo y es bastante tarde, pero hago esta reflexión por una razón. Estoy a punto de meter esas memorias textiles en una maleta.
Tiene dos semanas que la noticia se hizo oficial, pero aún la realidad no me ha golpeado del todo y quizá es mi culpa porque me he decido a ocuparme arreglando mil y un cosas para que no exista un momento en el que me pueda sentar a pensar sobre lo que está pasando por la cabeza de todos mis allegados, me voy del país.

Fue una decisión bastante premeditada pero difícil, criticada por muchos, sorprendente para todos y a pesar de esto aún sigo sin saber cómo lidiar con ella, la prueba más clara de esto es mi lugar favorito, mi clóset.

Mucha gente en el momento en el que les he dado la noticia, y conociéndome, me han hecho la grandiosa pregunta: ¿y qué ropa te vas a llevar?, honestamente mi silencio ha sido la mejor respuesta que he podido dar.

Obviamente he pensado una y mil veces en lo que voy a llevar, lo que voy a dejar, lo que me voy a poner el día que me vaya y todos mis outfits de la primera semana, esto es gracias a una mezcla de mi cabeza sobre-pensante, y la fashionista que me ha acompañado desde que tengo memoria.

Pero nada acerca de lo que voy a empacar es oficial aún: primero, porque no estoy segura de en qué momento pensé que era una buena idea dejar la comodidad de mi estado con un clima hermosamente templado, y mudarme a un estado en el que hace frío extremo en pleno invierno; lo segundo, es porque no tengo idea de cómo es que voy a meter mi vida y memorias en 23 kilos; la tercera y última, y creo que la más significativa es que sé que en el momento en el que mi clóset, el lugar en el que cuelgo y me he dedicado a albergar memorias, esté medio vacío sabré que las cosas son oficiales.

El tip que muchos me has dado para empacar es “lleva solo lo estrictamente necesario”, la cuestión es que, como se habrán dado cuenta en los párrafos anteriores, soy una persona bastante sentimental, a la que muchos se atreverían a llamar ridícula; entonces lo “estrictamente necesario” para mi pasa a ser todo mi clóset: desde mi par favorito de jeans hasta mi vestido de lunares blancos, pasando por mi colección completa de camisas de cuadros y mis amados kimonos. Porque uno no sabe qué depara el destino y siempre tienes que estar vestido para la ocasión.

La cuestión es que a pesar de que yo soy una romántica sentimental por excelencia; todos acumulamos memorias en los hilos de la ropa, unas más felices que otras, pero memorias. 

De esas que nos llenan de alegría o muchas otras que nos apachurran el corazón; y esta vez me toca guardar mis memorias en una maleta rosa que no puede pesar más de 23 kilos; quizá no sea lo ideal para una fashionista/ compradora compulsiva/ sentimental que se va de su país por lo menos un año, pero solo me queda esperar que aquello que me lleve no solo me sirva para mantener mi récord de buenos looks, si no que aquello que decida empacar para este nuevo viaje acumule memorias en muchos idiomas.



Thread Memories


I've always been one of those people who relate clothes with memories, I know exactly what I wore on those really important occasions, those moments in life that change you a little, the outfit of the first date, my collection of ballet costumes or my impeccable graduation gown; It’s a characteristic that I appreciate, but that, at the same time, sometimes I can feel like it’s chasing me.

I appreciate it because, in this way most of the time I carry the joy with me: every time I wear my favorite green sweater, which is beautiful, and I bought on sale 4 seasons ago, reminds me of family winter days, or every time I wear my black lace leotard, it takes me to the contest that ended up being a scam, but also was one of the funniest weekends of my life.

But as I said before, on many occasions it can feel like the memories chase me: I remember that blouse that I stopped wearing for a long time, because things with that boy didn’t work, that borrowed sweater on a cold day that I never returned, or that blouse I wore to a funeral and I never put on again with the same excitement.

It's amazing to think about how clothes carry so many things, although we almost never realize it.

It's Sunday and it's quite late, but I do all this thinking for a reason. I'm about to put those textile memories in a suitcase. It’s been two weeks since the news became official, but reality hasn’t hit me completely yet, maybe it's my fault because I've decided to take care of arranging a thousand and one things so that there’s not a moment where I can sit and think about what's going through everyone else’s head, I'm leaving the country.

It was a very premeditated but difficult decision, criticized by many, surprising for everyone and despite this I still don’t know how to deal with it, the clearest proof of this is my favorite place, my closet.

Many people, in the moment I’ve given them the news, and knowing me, they’ve asked me the million-dollar question: what clothes are you bringing with you? Honestly, my silence has been the best answer I could give.

Obviously, I've thought a thousand times about what I'm going to bring, what I'm leaving behind, what I'm going to wear the day I leave and all my outfits of the first week, this thanks to a mixture of my over- thinking brain, and the fashionista that lives in me since I can remember.

But nothing about what I'm going to pack is official yet: first, because I'm not sure when I thought it was a good idea to leave the comfort of my city with a beautifully weather, and move to another city where it’s extremely cold in the middle of winter; the second one, is because I have no idea how it’s that I'm going to put my life and memories into 50 pounds; the third and last, and I think the most significant is that I know that the moment my closet, the place where I hang up and I have dedicated myself to collect memories, looks half empty I’ll know that things are official.

The tip that a lot of people have given me is to pack "what’s strictly necessary", the problem is that, as you probably noticed in the previous paragraphs, I’m a very sentimental person, maybe to the point of calling me ridiculous; this is when "strictly necessary" for me becomes my entire closet: from my favorite pair of jeans to my white polka dot dress, to my complete collection of flannels and my thousand-colored leotards. Because you don’t know what destiny holds and you must always be dressed for the occasion.



The thing is that even though I’m a romantic, sentimental par excellence; we all accumulate memories in the threads of clothing, some happier than others, but memories. Of those that fill us with joy or many others that crush our hearts; this time I have to put as much of my memories as I can in a pink suitcase that can’t weigh more than 50 pounds; Maybe it's not ideal for a fashionista / compulsive / sentimental buyer who's leaving her country for at least a year, but the only thing I can hope for is that whatever I bring, not only helps me keep my record of good looks, but that whatever I decide to pack for this new trip, collects memories in many languages.

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